San Juan de La Cruz

Nacido en Fontiveros como Juan de Yepes Álvarez , siendo aún un niño, muere su padre por lo que el resto de los miembros de la familia se traslada a Medina del Campo.

En 1567 entra en contacto con Teresa de Jesús y, desde ese momento, ambos son conscientes de que participan en una misma forma de entender las órdenes monacales y hacia donde deben éstas dirigirse.

La relación estrecha del gran místico con Teresa de Jesús hace que pase largas temporadas en Ávila, alguna de las cuales alcanzó los cinco años de duración residiendo en el Convento de La Encarnación. Aunque su puesto de confesor en este monasterio puede parecer de poca relevancia, los informes que emitieron acerca de su piadosa labor, hizo que ya se vieran indicios de santidad . Además, uno de los principios fundamentales que Teresa instauró en sus fundaciones fue que las religiosas habían de centrarse en la oración y en el fortalecimiento del espíritu. Y para ello, resultaba fundamental que su confesor las orientara adecuadamente y fuera su consejero en todo aquello que las inquietara. De ahí su importancia. La labor abulense de Juan, según se deduce de algunos escritos, se extendió a otros conventos de la capital habida cuenta del áurea de santidad que comenzaba a irradiar.

Poemas

De gran profundidad espiritual son los poemas de este santo, he aqui una muestra de ellos.


Cantico Espiritual

Canciones entre el alma y el Esposo

Esposa

  1. ¿Adónde te escondiste,
    Amado, y me dejaste con gemido?
    Como el ciervo huiste,
    habiéndome herido;
    salí tras ti clamando, y eras ido.
  2. Pastores, los que fuerdes
    allá por las majadas al otero:
    si por ventura vierdes
    aquel que yo más quiero,
    decidle que adolezco, peno y muero.
  3. Buscando mis amores,
    iré por esos montes y riberas;
    ni cogeré las flores,
    ni temeré las fieras,
    y pasaré los fuertes y fronteras.
    Pregunta a las criaturas
  4. ¡Oh bosques y espesuras,
    plantadas por la mano del Amado!
    ¡Oh prado de verduras,
    de flores esmaltado!
    Decid si por vosotros ha pasado.
    Respuesta de las criaturas
  5. Mil gracias derramando
    pasó por estos Sotos con presura,
    e, yéndolos mirando,
    con sola su figura
    vestidos los dejó de su hermosura.
    Esposa
  6. ¡Ay, quién podrá sanarme!
    Acaba de entregarte ya de vero:
    no quieras enviarme
    de hoy más ya mensajero,
    que no saben decirme lo que quiero.
  7. Y todos cuantos vagan
    de ti me van mil gracias refiriendo,
    y todos más me llagan,
    y déjame muriendo
    un no sé qué que quedan balbuciendo.
  8. Mas ¿cómo perseveras,
    ¡oh vida!, no viviendo donde vives,
    y haciendo porque mueras
    las flechas que recibes
    de lo que del Amado en ti concibes?
  9. ¿Por qué, pues has llagado
    aqueste corazón, no le sanaste?
    Y, pues me le has robado,
    ¿por qué así le dejaste,
    y no tomas el robo que robaste?
  10. Apaga mis enojos,
    pues que ninguno basta a deshacellos,
    y véante mis ojos,
    pues eres lumbre dellos,
    y sólo para ti quiero tenellos.
  11. ¡Oh cristalina fuente,
    si en esos tus semblantes plateados
    formases de repente
    los ojos deseados
    que tengo en mis entrañas dibujados!
  12. ¡Apártalos, Amado,
    que voy de vuelo!
    El Esposo
    Vuélvete, paloma,
    que el ciervo vulnerado
    por el otero asoma
    al aire de tu vuelo, y fresco toma.
    La Esposa
  13. Mi Amado, las montañas,
    los valles solitarios nemorosos,
    las ínsulas extrañas,
    los ríos sonorosos,
    el silbo de los aires amorosos,
  14. la noche sosegada
    en par de los levantes del aurora,
    la música callada,
    la soledad sonora,
    la cena que recrea y enamora.
  15. Nuestro lecho florido,
    de cuevas de leones enlazado,
    en púrpura tendido,
    de paz edificado,
    de mil escudos de oro coronado.
  16. A zaga de tu huella
    las jóvenes discurren al camino,
    al toque de centella,
    al adobado vino,
    emisiones de bálsamo divino.
  17. En la interior bodega
    de mi Amado bebí, y cuando salía
    por toda aquesta vega,
    ya cosa no sabía;
    y el ganado perdí que antes seguía.
  18. Allí me dio su pecho,
    allí me enseñó ciencia muy sabrosa;
    y yo le di de hecho
    a mí, sin dejar cosa:
    allí le prometí de ser su Esposa.
  19. Mi alma se ha empleado,
    y todo mi caudal en su servicio;
    ya no guardo ganado,
    ni ya tengo otro oficio,
    que ya sólo en amar es mi ejercicio.
  20. Pues ya si en el ejido
    de hoy más no fuere vista ni hallada,
    diréis que me he perdido;
    que, andando enamorada,
    me hice perdidiza, y fui ganada.

  1. De flores y esmeraldas,
    en las frescas mañanas escogidas,
    haremos las guirnaldas
    en tu amor florecidas
    y en un cabello mío entretejidas.
  2. En solo aquel cabello
    que en mi cuello volar consideraste,
    mirástele en mi cuello,
    y en él preso quedaste,
    y en uno de mis ojos te llagaste.
  3. Cuando tú me mirabas
    su gracia en mí tus ojos imprimían;
    por eso me adamabas,
    y en eso merecían
    los míos adorar lo que en ti vían.
  4. No quieras despreciarme,
    que, si color moreno en mi hallaste,
    ya bien puedes mirarme
    después que me miraste,
    que gracia y hermosura en mi dejaste.
  5. Cogednos las raposas,
    que está ya florecida nuestra viña,
    en tanto que de rosas
    hacemos una piña,
    y no parezca nadie en la montiña.
  6. Detente, cierzo muerto;
    ven, austro, que recuerdas los amores,
    aspira por mi huerto,
    y corran sus olores,
    y pacerá el Amado entre las flores.
    Esposo
  7. Entrado se ha la esposa
    en el ameno huerto deseado,
    y a su sabor reposa,
    el cuello reclinado
    sobre los dulces brazos deI Amado.
  8. Debajo del manzano,
    allí conmigo fuiste desposada.
    allí te di la mano,
    y fuiste reparada
    donde tu madre fuera violada.
  9. A las aves ligeras,
    leones, ciervos, gamos saltadores,
    montes, valles, riberas,
    aguas, aires, ardores
    y miedos de las noches veladores,
  10. Por las amenas liras
    y canto de serenas os conjuro
    que cesen vuestras iras,
    y no toquéis al muro,
    porque la esposa duerma más seguro.
    Esposa
  11. Oh ninfas de Judea!,
    en tanto que en las flores y rosales
    el ámbar perfumea,
    morá en los arrabales,
    y no queráis tocar nuestros umbrales
  12. Escóndete, Carillo,
    y mira con tu haz a las montañas,
    y no quieras decillo;
    mas mira las compañas
    de la que va por ínsulas extrañas
    Esposo
  13. La blanca palomica
    al arca con el ramo se ha tornado
    y ya la tortolica
    al socio deseado
    en las riberas verdes ha hallado.
  14. En soledad vivía,
    y en soledad ha puesto ya su nido,
    y en soledad la guía
    a solas su querido,
    también en soledad de amor herido.
    Esposa
  15. Gocémonos, Amado,
    y vámonos a ver en tu hermosura
    al monte ó al collado
    do mana el agua pura;
    entremos más adentro en la espesura.
  16. Y luego a las subidas
    cavernas de la piedra nos iremos,
    que están bien escondidas,
    y allí nos entraremos,
    y el mosto de granadas gustaremos
  17. Allí me mostrarías
    aquello que mi alma pretendía,
    y luego me darías
    allí, tú, vida mía,
    aquello que me diste el otro día:
  18. El aspirar del aire,
    el canto de la dulce Filomena,
    el soto y su donaire,
    en la noche serena,
    con llama que consume y no da pena
  19. Que nadie lo miraba,
    Aminadab tampoco parecía,
    y el cerco sosegaba,
    y la caballería
    a vista de las aguas descendía.

Noche Oscura
Canciones del alma que se goza de haber llegado al alto estado de la perfección, que es la unión con Dios, por el camino de la negación espiritual

En una noche oscura,
con ansias, en amores inflamada
¡oh dichosa ventura!,
salí sin ser notada
estando ya mi casa sosegada.

A oscuras y segura,
por la secreta escala disfrazada,
¡Oh dichosa ventura!,
a oscuras y en celada,
estando ya mi casa sosegada.

En la noche dichosa
en secreto, que nadie me veía,
ni yo miraba cosa,
sin otra luz y guía
sino la que en el corazón ardía.

Aquésta me guiaba
más cierto que la luz del mediodía,
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía,
en parte donde nadie parecía.

¡Oh noche que guiaste!
¡Oh noche amable más que la alborada!
¡Oh noche que juntaste
Amado con amada,
amada en el Amado transformada!

En mi pecho florido
que entero para él sólo se guardaba,
allí quedó dormido,
y yo le regalaba,
y el ventalle de cedros aire daba

El aire de la almena,
cuando yo sus cabellos esparcía,
con su mano serena
en mi cuello hería
y todos mis sentidos suspendía.

Quedéme y olvidéme,
el rostro recliné sobre el Amado,
cesó todo y dejéme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.

Llama de Amor Viva
Canciones del alma en la íntima comunicación,
de unión de amor de Dios.

¡Cuán manso y amoroso
recuerdas en mi seno,
donde secretamente solo moras
y en tu aspirar sabroso,
de bien y gloria lleno,
cuán delicadamente me enamoras!

¡Oh llama de amor viva,
que tiernamente hieres
de mi alma en el más profundo centro!
Pues ya no eres esquiva,
acaba ya, si quieres;
¡rompe la tela de este dulce encuentro!

¡Oh cauterio suave!
¡Oh regalada llaga!
¡Oh mano blanda! ¡Oh toque delicado,
que a vida eterna sabe,
y toda deuda paga!
Matando. muerte en vida la has trocado.

¡Oh lámparas de fuego,
en cuyos resplandores
las profundas cavernas del sentido,
que estaba oscuro y ciego,
con extraños primores
calor y luz dan junto a su Querido!

Letrillas

Suma de la perfección

Olvido de lo criado,
memoria del Criador,
atención a lo interior,
y estarse amando al Amado.

Navideña

Del Verbo divino
la Virgen preñada
viene de camino:
¡si le dais posada!

Libro: La Noche Oscura (PDF)


Subida Al Monte Carmelo

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