San Francisco de Asís

San Francisco de Asís, nacido como Giovanni di Pietro Bernardone entre 1181 y 1182 en Asís, Italia, fue el hijo de un próspero comerciante y una madre de ascendencia noble. Desde joven, disfrutó de una vida acomodada y se destacó en la sociedad por su carácter alegre y su afición a la caballería. Sin embargo, su vida dio un giro radical tras ser capturado durante un conflicto entre ciudades-estado italianas, lo que lo llevó a una profunda reflexión espiritual durante su cautiverio y convalecencia.

Libro: Las Florecillas de San Francisco

A los 25 años, Francisco experimentó una conversión espiritual que lo llevó a renunciar a sus posesiones materiales y abrazar la pobreza. Inspirado por una visión en la iglesia de San Damián, donde escuchó la voz de Cristo pidiéndole que reparara Su iglesia, comenzó a restaurar iglesias en ruinas y a vivir como un mendigo. Este acto de despojarse de sus bienes lo llevó a un conflicto con su padre, quien desheredó a Francisco públicamente. A partir de entonces, dedicó su vida al servicio de los pobres y enfermos, especialmente aquellos que sufrían de lepra

En 1208, Francisco recibió una llamada divina durante una misa que lo instó a predicar el Evangelio y vivir en pobreza. Fundó la Orden Franciscana, que se caracterizaba por su compromiso con la humildad y el amor hacia todos los seres vivos. A lo largo de su vida, Francisco viajó por diversas regiones, incluyendo un intento fallido de evangelizar en Tierra Santa y un encuentro con el sultán en Egipto. Su enfoque en la simplicidad y la fraternidad resonó profundamente entre las clases populares y promovió una renovación espiritual dentro de la Iglesia Católica

Francisco recibió los estigmas en 1224 mientras ayunaba en el monte Alvernia, convirtiéndose así en el primer conocido en experimentar estas marcas físicas de la crucifixión. Sus últimos años estuvieron marcados por enfermedades que afectaron su visión y movilidad, pero mantuvo su amor por Dios y la creación. Falleció el 3 de octubre de 1226 y fue canonizado por el Papa Gregorio IX en 1228. Su legado perdura no solo como fundador de la Orden Franciscana, sino también como patrón de los animales y defensor del medio ambiente .

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